¿Puede el peor hacer historia? Ed Wood, dirigida por Tim Burton y protagonizada por Johnny Depp, es una de las películas de emprendimiento más insólitas, emotivas y contradictorias jamás rodadas. Narra la historia de un hombre con nulo talento técnico, pero con una fe inquebrantable en su visión. No inventó la mediocridad, pero sí le puso nombre propio. Y sin saberlo, creó un género.

Emprender sin talento… pero con pasión
Ed Wood no sabía dirigir. Ni escribir guiones. Ni encuadrar una escena. Ni montar una película. Sin embargo, hizo cine. Mucho cine. Y lo hizo porque lo amaba. Porque no podía hacer otra cosa.
Esta es una de las grandes lecciones de Ed Wood: la pasión puede ser un motor mucho más potente que el talento. En muchas películas sobre startups, el emprendedor es brillante; aquí es simplemente obstinado, romántico y entrañablemente ciego a sus limitaciones.
Convencer desde el entusiasmo
Pese a su evidente mediocridad, Wood logra convencer a estrellas como Bela Lugosi (interpretado magistralmente por Martin Landau, que ganó un Óscar por su papel) para que participen en sus películas. ¿Cómo? Con carisma, pasión y un amor contagioso por el cine.
Un aprendizaje esencial para cualquier emprendedor: el entusiasmo genuino es una de las herramientas más poderosas para atraer talento, colaboradores e incluso inversores. La gente no siempre sigue al mejor… pero sí al más convencido.
Crear un producto que no era el que esperabas… pero que funciona
Ed Wood quería hacer grandes películas. Acabó haciendo películas infames. Pero esas películas malas se volvieron icónicas. Dio sin querer nacimiento a un género: el de la serie B, el cine tan malo que es bueno.
Muchas películas de negocios enseñan que debes adaptarte al mercado. Ed Wood nos enseña que, a veces, ni siquiera hace falta entenderlo: si haces algo tan único, aunque fallido, acabas encontrando un lugar en él.
Persistir aunque todos te digan que pares
Ed Wood no tuvo apoyo de la industria, ni reconocimiento, ni financiación seria. Pero no se rindió. Rodó con cartones, con decorados que se caían, con actores decrépitos y con presupuestos irrisorios. Nunca paró.
Una gran enseñanza: la pasión te hace continuar incluso cuando no tienes resultados, ni likes, ni métricas. No porque esperes algo… sino porque no puedes hacer otra cosa.
Emprender sin éxito puede ser también una forma de triunfo
Ed Wood murió sin dinero, sin fama y sin gloria. Pero hoy sus películas son objeto de culto. Su nombre está en la historia del cine. No como él quería, pero está. Y eso es otra enseñanza vital: no siempre decides cómo triunfas, pero sí puedes decidir cómo te entregas a lo que amas.
Una historia que debería estar en el panteón de las mejores películas de emprendimiento para mostrar que el impacto puede nacer del error, la insistencia y el amor puro por una idea.
Conclusión: el romanticismo del fracaso con propósito
Ed Wood es un homenaje al entusiasmo ingenuo. A los soñadores sin plan de negocio. A los creadores sin estrategia de marketing. Pero también a los que, sin querer, hacen historia a través del fracaso.
Un film que es, sin pretenderlo, una clase magistral sobre cómo la perseverancia, la fe ciega y el amor por lo que haces pueden convertirte en un referente… incluso aunque nadie quiera ser como tú.
